AYERHOY Y MAÑANA
Un día como hoy no es diferente de cualquier otra batea. Qué hace distinto el formidable refriego de ayer y este insípido manoseo de hoy. Y éste último con otro cualquiera allá en el negruzco lodazal de la barriada. ¿Quién logra hacerlo distinto uno del otro? Es el mismo que ahora desagua la espumosa lavaza en el lodazal.
Pocas diferencias palpé entre el común lunes de ayer y este ordinario día martes de hoy. Mañana miércoles; posiblemente se seguirán observando esas mismas nimiedades del habitual acontecer. Ni la artesa; ni el camastro de madera que la sostiene a la altura de la cintura, perdurarán. Ni el presente ni el mañana tampoco podrán esquivar la insalvable valla del artificio temporal. Que así sea; pues para que estamos con referentes excepcionales; no hay mejor día que aquel vivido intensamente. El presente lo podemos corregir. ¡Al menos podemos intentarlo! ¡Es cierto! ¡Mañana esto podría parecernos un error! ¡Quizás! ¿Quien sabe? El ayer; en fin, ya aconteció con sus refriegas y desagües. ¿Qué podemos hacer para trocarlo? Francamente muy poco; casi nada ¡Nada! Sólo refregar intensamente las horas del artificio temporal y esperar demora y pasatiempo.
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