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El Ictiocefalolalista

AMBROSÍAS PARA EL \

AMBROSÍAS PARA EL \ Escudriñó por doquier detrás del silencio y la soledad; y no por que fuese necesario hacerlo. ¡Puedo asegurarlo!
Si no más bien lo hizo por que sabía que sus ambrosías deleitaban hasta el total de sus “insosiegos”.
Entonces la encuesta masiva regurgitó inesperadamente las diversas respuestas del gentío; diversificando con esto el complejo idioma del que cree conocer la alborotada geografía.
Y nadie pudo explicarlo sin antes revisar las hojas numeradas del inmenso glosario.
¡Es cierto!
La simetría de las letras finalmente obstaculizó su entendimiento.
Y él tampoco habría sido claro al respecto; sin antes haber ojeado las otras hojas del léxico.  ¡El mismo lo insinuó!
Al igual que las nubes; la lluvia registró un mismo destino en todo este artilugio de palabrerías inconexas: la poza, el charco o el grisáceo lodazal.
Cada uno de los destinos identificados tiene su propia energía constructiva.
¡Y también la destructiva!
¡Es así! ¡Es irreversible! ¡Así sucederá siempre!
Anteriormente. Milenios después del origen, así sucedió,
Siempre acontece de este modo; y es quizás por eso que se representó como un oficioso actor; que sin muchos aspavientos quebrados por causa de su histrionismo; fue capaz de iniciar terribles tormentas ideológicas.
Este es un destino clásico; común y eterno.
La soledad lo acompañó siempre. Alentándolo incluso a continuar en su compañía a pesar de todo el peso que le representaba.
¡Nada perdura!  Sólo las palabras dichas durante la soledad.
Estas palabras son las únicas que llegan; son las únicas que capta y finalmente conoce el alma.
Nunca fue necesario entonces gritar este silencio.
Se hizo presente hasta en sus ojos tristes.
Y eran así; no por que sintiera tristeza, si no por que muy pocos oían sus angustias.
Por que el bullicio de la calle es ciego frente a esta soledad.

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