Blogia
El Ictiocefalolalista

INSOMNEMAR

INSOMNEMAR Igualas al roquedal que resiste los embates de la furiosa tormenta,
allá lejos en el farellón, con tu mingitorio de mármol ,
arrancado a la débil arenisca que no cesa de caer.
Eres como el riscal que detiene el oleaje recurrente de la insomne mar;
cuya secuencia la practicas como si en ello abrazaras por última vez
a la rebosante sirena.
Ahora eres temple sin discusión;
y mañana, asilo de la mujer de los hermosos hombros dorados;
la cual tendida al sol gratifica intensamente sus mínimas levedades.
Sostienes con firmeza el vaivén sinuoso de las tupidas algas;
pero no cesas de alborotar con el escurridizo pez o el bravío oleaje chamuscado.
Que vano afán os sostiene elevado hasta las fronteras inexpugnables de los albatros.
¿Que haces? Que ahora intentas imitar al Incansable oleaje para esculpir  inusuales formalidades del amor.
Que haces ahora rasgando el vistoso belvedere.
Que haces ahora que ostentas imitar incluso
a la arenisca de la insoportable perpetuidad.
Sosiega este constante amarse y extiende pronto la alfombra ocre
de las miles sirenas de hombros dorados.
Y ahoga ahora tus salobres lágrimas.
Y acoge en tu caos marino los hijos de extraño origen.
Acógelos en tus paredes donde se mezclan los gratos sabores.
Y pululen entonces intensos olores yodados con gracioso encanto.
Cúbrelos del oreado acompañante. De sus osadas caricias de amante desgarrado. De los embates apasionados. Del acoso delirante.
Atiende las súplicas del que paciente hiere tus orillas para otear tu desnudez destrozada.
Decanta ahora tu delicada piel en la entrada amorosa de la mar.
Y gobierna sus accesos restringidos.
Y las olas incansables resuenen como desde siempre;
jugando acompasadas con la eterna música del sosiego dormitado.
Y retuerce entonces la envidia acaecida. La emanada del furor de las tormentas. De la de aquel que dice amarte.

0 comentarios