CHINGANA PUERTO DE LOS TRUENOS
Agustín Carrera; el casi vate de las lalías de la Provincia del Merken hace junturas con lalistas y payadores del puerto de los truenos
por Luz Thro Botta
Una vida de zapateo, cueca, chicha y empanadas; amén de los pataches; chicharrones; asados de jotes y cebiches de jurel y octopus escabechado, anuncian al casi vate Agustín Carrera pronta internación en lazareto para intenso lavado de tripas.
Pero antes de girar como orate afiebrado en las sabanas de algún camarote enfierrado prefiere bailar como trompo cucarro en las ramadas del vecino “Puerto de los Truenos” El casi vate Agustín Carrera invitó a sus amigos al muelle de su fonda, para zarpar y zapatear viejas cuecas entonadas por porteños y choreros; a encumbrar una cumbia bien ensalzá (ensalzada) Hacer del canto criollo un nuevo amanecer; hacer samba canuta con las chinas que se cruzan como guaina por la pista de la chingana, arriba del cerro de los lobos.
Nunca he levantado una fonda; a lo sumo armé carpas de muchos campamentos nocturnos; y nada más, dijo Carrera, con entusiasmo desbordado. “Me preparo para el zapateo en la pista de la fonda del “Puerto de los Truenos”, advirtiendo que la cueca la aprendió en el jardín infantil; que esto mismo hará que se dedique al palabreo mientras retoza mirando a las parejas en este cucarro embolinamiento.
En cada “Güelta” empinará cachos emborrachados de tanto olor a tintorro. En cada “Aro, aro” empinará borgoña, chichas y vinachos que no vienen nada de mal al compás de bailes tan encumbrados.
El lalista es el dueño de la Fonda “Puerto de los Truenos” del cerro de los lobos choreros. Promete cueca de choreros y de los porteños entonadas por “Las pataletas del choro” y “Los Engrupidos de a dosce” conocidos como los “Los Dos Cena” y que en realidad son doce huasos que componen la caña y la jarana con alegre zapateo y, rejuntados desde hace cuatro décadas en misma pasión de bailoteo. El grupo “Chancho en piedra” no pudo venir anunció el casi vate, por que los hicieron pebre en la última presentación en el teatro municipal, donde suelen presentarse.
Se asciende al “Cerro de los Lobos” advierte el casi vate en una micro a pila que soporta más de lo que su talaje le permite. El dueño de la destartalada micro advierte por su lado que no se hace responsable de la pila de caídos en el trayecto; aclaró y confirmó finalmente el casi vate. Su amigo Pedro Urdemales le ofreció sal de frutas y frutilla y algo de chirimoya para los dos tipos de borgoña que preparo; expenderé y venderé. “No se fiará” ni siquiera estando ebrio de ganancias, recalcó con sonoro ronquido de laringe; ni siquiera fiaré a los sedientos comensales del muelle de la pencopolitana metrópolis más austral, la del otro lado del Andalién; que entre nosotros - es la envidia - por ser una comuna deforme y sin choros para comérselos.
Así queda expuesta la citación del casi vate Agustín Carrera antes de girar como trompo en las chinganas del muelle chorero. “Esta es una fonda compartida; entonces sáquele partido a los piticlines” Coma, beba y baile a destajo a costes bajos; le aseguramos el regreso en la misma micro destartalada; pero no le aseguramos puerto seguro si parte para otro lado a seguir la jarana.
El encuentro alterará el nivel de la adrenalina; aseguró. Se supo esto después que pidió mesura; cuando las inmensas ménsulas fueron bien adosas al murallón de los lagrimeos; para que las añoranzas y recuerdos de viejos amigos se hagan como corresponde. Carrera se preguntó ¿Por qué los curados del hilo se ponen nostálgicos y se ponen a llamar a cuanto Guajardo existe por ahí? Llaman al Graffiña, al Agtemio; a la Wranda y otras maravillas de la constelación etílica, que por ahora resulta difícil su traducción; se disculpó.
Hacer esta fonda es como cumplir un sueño... y me muestra que vale la pena soñar sin insomnios”. Plop
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