CAMBALACHE P´AL PATACHERO
Podré cambiar para bien como esperan algunos. ¿Por qué mejor no cambian los demás? Así sigo yo tal cual soy; vivito y patachero. Un destripaterrones más de esta vizcaína comarca aventajada. Por que de hecho; y lo digo a patas sueltas antes de usar el desvencijado catre heredado de mi madre. Me gusta ser como soy. Lo afirmo; y es cierto; soy un escollo difícil de obviar para el espejuelo del carruaje; ese carruaje que ya no arreo por querer ser peatón. En cuanto a lo mismo; eso mismo debe pensar el reflejo de la laguna donde suelo observar zancudos y renacuajos; durante esa larga espera cuando me animo y deseo el asomo desnudo de la luna. Para que estamos con atados; con triquiñuelas y dobleces de mano; o cosa parecida. En lo personal pienso que lo mejor que podría sucederme es conocer la otra vida; conocer el cambio que si acontecerá. Por que en esto de cambiar; no todos los cambios son necesarios, ni todos tienen buen sentido. Cambiar por cambiar es trivial y farandulero. es de travestismo; disfraces y mascarones. Lo que verdaderamente tiene sentido es saber adaptarse a los demás; al prójimo; al próximo y al de más allá. No nos engañemos, cambiar para bien como esperan los demás es cosa de héroes; mártires y conversos. Nosotros los débiles y pecadores reconocemos esto y nuestro innegable gusto por la buena vida; y aunque siempre lo intentamos, siempre dejamos brotar lo que no queremos cosechar; o sea, seguimos ordeñando en las mismas ubres. Para que estamos con atados; con triquiñuelas y dobleces de mano; o cosa parecida. Ya el tener que soportarse así mismo es un gran logro. Seamos sinceros. Esto nos angustia como a cualquier otra persona. Cambiar implica más responsabilidades; abstenerse del sabor de la vida y dejar de lado los placeres son algunas. Dejarían de gustarte las mujeres; las del prójimo, las del próximo y las que están más allá. Dejaría de gustarte el ocio; el vino y la buena mesa compartida. ¡Claro que no! Yo por mi parte cambiaré para bien. Lo prometo. Lo hago por que quiero ser grato a la vista del creador. En consecuencia; prometo cuidar lo creado; no derramaré el vino; sazonaré mejor las empanadas; protegeré al chincol y al jote; cuidaré la guitarra y a la que sabe bailar tangos y milongas. Cuidaré a la china de la casa alegre. y a la que zapatea en fondas y ramadas. No me cansaré de buscar ese destino de protector; de cuidador; de nochero; celador; velador y trasnochador. Pero nada puedo prometer con respecto a mis errores. Estos caen solitos como peras en el canasto de la fruta madura. Y si cambio. Que me cambien primero una de cuarenta por dos de veinte ¡Ese si que es cambio!
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