GRATASGRIETAS
Enormes oberturas agrietaron el hondo querer
el salobre sudor que se escabulle sedoso por su piel.
Es el fruto del constante enredarse en sabanas ajenas;
o quizás es el desenfreno arremolinado de viejos histerismos; pensé.
Nadie es sabio en esto del querer;
menos en aquel forjado bajo el indicio del rito encadenado.
El querer; solo sé, se hace simple;
tanto como lo es una gota de lluvia solitaria;
cuando en su reiterado descenso
resbala por entre las estrías de un viejo.
O bien; cuando el pelaje cano y agitado
narra en la barbería del barrio historias de navaja y mujerío.
No es de otra manera que escurre una gota solitaria
por las texturas de un vestido.
Son las fuerzas poderosas las que la coaccionan
a deslizarse por éstas y por la piel de una desconocida.
En esto del querer no hay recetarios editados;
ni obstáculos para escribir del sentimiento que cala como filosa daga
las entrañas del que sed de querencia ostenta.
Vientos inextinguibles arrecian pircas protectoras
antes de que el ocaso ose acallar el sangrío dibujo de una inútil pasión.
No insistan no mencionaré el rasgo inusitado
de aquella túrbida relación de querer.
Basta en esto del querer los labios de dos,
y el corazón como si fuese el de uno sólo.
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