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El Ictiocefalolalista

EL PERIMETRO DE LA PERILLA

Esta será la primera ponencia del casi vate Agustín Carrera, con carácter de proselitista y, donde se intentará explorar la perilla creacionista en el perímetro de los sentimientos. Se reproducirá en la presente el mismo lenguaje utilizado para embolinar a la editora del pasquín La Oreja de Van Go. Esta es una de las revelaciones astrológicas más vanguardistas del siglo veintiuno.  Actualizado hoy después de ayer por Veri Cueto (www.mascahuin.cl) © Copyright.         El inesperado prontuario redactado con la genialidad del lalismo y, aderezado con los hervores culinarios del patachismo, se ha visto ensalzado con el estallido apropiado de placenteros objetos literarios; todos ellos, por cierto, asomados desde las alturas de las herrumbrosas pilastras del belvedere, en el mítico refugio donde se han instalado hasta hoy – y en la titilante bóveda celeste - las más irreverentes propuestas de camastros, desde entonces y hasta siempre – por lo que se puede observar.             Lo anterior; según se pregona: para recuperar el esquivo y orgulloso querer de una antojadiza editora, y de cuantas hay, féminas por ahí.         Esta es la distancia más cercana hallada, entre las migajas de la hallulla y la aparentemente inconmovible astrología estelar; algo que por cierto, también es observado con acuciosa suspicacia por la heroica cofrade de la literadura. El presente prontuario tiene como propósito explorar una de las facetas más desconocidas, del enigmático casi vate.           El irreverente patachero de la provincia del Merken, el casi vate Agustín Carrera, confiesa que antes del despegue en la techumbre de la literadura, apretujó la miga del pan amasado y a la amiga de la hormiga azul; rebanó a la crujiente hallulla de Cachiyuyo y sorbió en la blancuzca ubre de la vía láctea; se desinteresó de la que era humeante tortilla de rescoldo, sólo por que el bicarbonato y la ceniza de hualle – dice - le hacen hervir su delicada tripada. Y que mucho antes de esto, se arrimó a la tarima de la rima campesina, ubicada en la techumbre entablada en lo alto del refugio y, que después pasó a llamarse “Observatorio Astronómico de los amigos de la NASA”; así es como ellos mismos se denominan y, cuya sigla significa “Nada Saben, ahí aprendió a auscultar con las lentes del catalejo los misterios insondables del profundo espacio de una marmita. Solitario indagó en lo insólito de la soledad, y aromó con el perfume original de la creación los primeros fulgores de la gran explosión.           Él es quien averiguó la distancia exacta entre las estrellas de la farradura (farándula), y fue él quien pudo describir con mayor certeza el monótono rechinar de algunos camastros ajenos. Averiguó esto último en esa ciudad donde se dice: se mira a Dios (Miradios). Se dice que es sólo en esa urbe donde sucede esto; por que es la única ciudad que tiene vista privilegiada al paraíso; y que es el único lugar - hasta ahora cartografiado - donde los románticos navegantes, los bulliciosos artistas del rechinar y los anónimos agentes de la poesía, no pueden extraviarse al adentrarse en la penumbra de sus bosques por las huellas de sus paisajes, ya que todo está iluminado con linternas de luciérnagas cautivas, que alumbran sin egoísmos los parajes a todas las parejas.          Esta será la primera edición mecanografiada de una ajada bitácora estelar, escrita con tinta de octópodo, para una reconciliación de dos estrellas fugaces que deberían colisionar en algún lugar de la mar virtual, en dos coordenadas cruzadas en la inmensidad del espacio y del tiempo, en alguna ágora diseñada por el iracundo Neptuno.        Se diseñará para tal ocasión y, para las nuevas generaciones un mapa estelar, turístico, gastronómico y oceanográfico; se contará además con una carta sinóptica y meteorológica describiendo y enumerando las galaxias que ya han colisionado en la mar. Además se dibujará un mapa interestelar y se contará con otro, donde se indicaran las precipitaciones que zozobran en el valle del silencio; con sus príncipes y sus principales principios; valle - en todo caso - al cual, nadie quiere ser invitado si no es por causas muy justificadas.          Quienes sobrepasen la barrera del sonido montado en una carlinga pilotada por una oruga, serán investidos con atuendos de duendes nupciales; y obligados a digerir diccionarios completos; de la “A” a la “Z”; y así, debido a toda la palabrería carcomida y a los lenguajes aprendidos, serán conminados a relatarnos sin abrelatas el largo viaje, mientras continúe  la reconquista espacial.         Se sugiere entonces a los osados jinetes del hippismo que, enganchen al refugio de la libertad la inigualable nave del placer; que además no dejen abandonada o en el olvido a la mitología aquella que habla de la doncella mal herida, para que no tengan que zurcir nuevas calzas y juicios a motoristas sin destino; miren que estos son inútiles y absolutamente innecesarios; ya que ahora la aventura la dirigen los amantes que aman la tierra y sus criaturas.         Quienes deseen aplazar las plazas deben hacerlo antes de la invención del bolígrafo, antes de todo lo inventado, antes del telégrafo. Deben hacerlo antes del principio y al final de los términos de la tasación del metro cuadrado en cada planeta del sistema. Después del punto final y antes de las comas, comillas y comilonas. Debe ser después del dolor de muela por causa de un batatazo en la cabeza de Nerón (el primer fueguino de la era abdominal). Debe suceder entre la confusión y el griterío, pues la confusión le permitirá sorprender polillas volando a baja altura; y el griterío - que las dejará sordas - evitará que puedan seguir escuchando tanta lesera. De esta manera podrán conseguir mejores resultados “ellas son muy tercas y orgullosas”; además de indefinidas, indecisas y caprichosas. Debe suceder antes del silencio de los acordes de los cantores de la nueva ola; cuando el tintorro recién empieza a derramarse por descuido de los osados surfistas, y cuando el gallo deje de cantar en la esquina donde vive mi tía; la tal Eduvigis.         La comarca apuesta a la reconquista de la arisca editora. La pata salvaje de la gallina será deshuesada después del hervor para el cocimiento en el perol; en la olla de la tía esa, que se llama todavía Constantina. Son las exigencias culinarias de la vieja anciana del faldeo cordillerano. De este modo se pretende evitar atragantamientos y dar pie a un buen sopeo entre pataleos de patacheros. Esto acontecerá después que todos aterricen en la techumbre del refugio, después de los fascinantes viajes encumbrados.        La fascinación del casi vate con el deslenguado lenguaje de los patacheros, abrió el apetito en las horas siguientes a su despertar de la ponencia de la literadura. Él nos relata ahora que durante ese lapso, amasó una enorme fortuna de amigos; pero que en el interlunio no supo capturar el reflejo de la cara oculta de la luna; ni tampoco aprendió a protegerse de la a veces inhóspita soledad. El casi vate pensaba que esto del amor estaba impregnado de una magia muy diferente a las otras magias conocidas; pero se equivocó rotundamente. Le sucedió como a muchos otros patacheros que pululan como pelusas suspendidas; cada noche, en los pasillos del refugio, atisbando mariposas para un largo paseo nocturno en las estrellas.  Plop

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